Patrocinia… la del rayo. (Joan Manuel García Paz)

Esa mañana amaneció increíblemente más temprano que de costumbre. Doña Patricia se levantó sorprendida de que a las 5:30  de ese 21 de Junio, Felipe estuviera barriendo el patio de azahares y hojas de almendro  levantando un tufo de alegría polvorienta y de que al fondo, más allá de las tapias  y las altas higueras, se percibiera claramente el resplandor del amanecer .A esa hora, todos los días, se encontraban en el patio para empezar la jornada siempre a oscuras y en silencio. Pero ahora, esa línea amarilla del horizonte le sobrecogió su corazón supersticioso.

_ ¿Ya vio Don García? -Dijo a su esposo con el respeto irrestricto de quien  siempre se considera ajeno, a pesar de  lo cercano de su relación.

_ Es el solsticio de verano,_ dijo circunspecto el Profesor, poniéndole  trancas a las bugambilias que hervían de solferino en la barda de piedra más cercana.

_ Ah, -alcanzó a decir la menuda mujer, cuando se escuchó claramente la primera  llamada para misa.

        A las 6, Doña Patricia estaba en el fogón “parando” el café que ella misma había tostado y molido, pues su esposo se bebía un tazón hirviente y sin azúcar todos los días, invariablemente, a las 6:30 de la mañana, después de barrer ese patio de tierra y baldosas que amanecía con un fino tapete multicolor dependiendo la época del año. A veces se cubría de azahares como ahora, y el patio se poblaba de humores que algún grillo despistado se encargaba de comunicarle a los gallos escandalosos del corral vecino. A veces amanecía lleno de  hojas de cedro o duraznero, y se convertía en el pretexto suficiente  para que el Profesor de 60 años recorriera su feudo y empleara su tiempo en meditar sacándole esperanzas a la escoba de raíces.

         Ese día , parecía una calca de la febril actividad de la señora, salvo por esa claridad radiante que la sorprendió  y le adelantó la aurora. A las 10, después del almuerzo de  toda la familia, Felipe salió a fumar su tabaco de hoja en su mecedor de mimbre y los hijos se fueron cada uno a sus actividades, Manuel, al Palacio municipal donde estaba aprendiendo la labor que su padre le heredaría con el tiempo, Eloísa,  a lavar la ropa, y los hijos más pequeños a entregarse a los juegos de canicas, rayuela, a los encantados  o a la comidita, haciendo del patio que el Profesor había dejado inmaculado, una suerte de Babel alucinante. Entre la chiquillada, sobresalía  Patrocinia, de 9 años;  quinta hija del matrimonio García cuya  blonda cabellera era el refugio de  doña Paty, que al cepillarla , se olvidaba de su monotonía laboral. Esta ocasión la miró  correr con la belleza al viento de las 12 y pensó, hoy le toca baño, les toca baño a todos mis hijos, así que emprendió la ardua  labor de congregarlos y asignarles turnos a cada uno  y se fue, a calentar el agua en cubetas de lámina y a planchar la ropa de todos mientras a Eloísa, su hija mayor le encargó acomodar la ropa en baúles de cedro antiguo, más antiguos que ellos mismos cuyo interior despedía ese tenue olor de albahaca conseguido tras muchas resolanas y suficiente jabón de barbasco.

           A la una en punto de la tarde, Patricia se encontraba  nerviosa y apurada, pues aunque había dejado hirviendo la gallina en el fogón, tenía que guisarla para que el profesor llegara a comer , así que mandó a Eloísa  a moler  el pipián y los tomates en el metate mientras ella pasaba y repasaba con el peine de carey la blonda cabellera húmeda y sedosa de sus ilusiones. Arriba, el cielo tenía  unas nubes muy altas y blancas, Patricia, le dijo a su hija:

_Mija: _siéntate aquí  para que te seques  y te pueda poner tus moños nuevos.

Y ahí la dejó, en la silla de sollate verde con flores amarillas mientras fue a supervisar la labor en la cocina.

           Patrocinia solo tuvo décimas de segundo para ver la culebra geométrica reflejada en la cubeta  de lata más próxima,  pues de pronto sintió una fuerza  inmensa que la aventó contra un árbol de mango…las gallinas y los guajolotes brincaron asustados mientras todos, aturdidos por el estruendo miraban al cielo para ver la lluvia o la oscuridad  que precede a la tormenta pero nada, el cielo seguía igual, con sus manchones de nubes viajando hacia el sur…Patricia llegó gritando y sintiendo que su alma se le salía por los ojos azorados que veían al fruto de su cariño, como una hilacha tendida en el suelo con su cascada de belleza humeando mal agüeros.

             Pinche destino, el rayo tuvo para caer decenas de kilómetros a la redonda,   pero no, se le ocurrió destrozarle los 9 años a la niña. La llevaron a su cuarto maltrecha  pero viva. Patrocinia  no volvió a hablar, quedó recluida por varias semanas y enmudeció también a las bugambilias y al patio, a su madre y al mango donde rebotó su escuálido cuerpo de niña. Todos se preguntaban porqué carajos la silla de sollate verde con flores amarillas permaneció muchos años aún con la familia , como  testigo protegido de la tragedia, mientras  el  rayo  destrozó los sueños de doña Patricia y desangró los juegos de los hermanos que abandonaron el patio a su alfombra de hojas incesantes que rebasó los intentos del Profesor y tapió para siempre la algarabía de los sueños.

                 Una mañana, Manuel, Froylán y Pascual, los tres hermanos; llegaron  con unas hortensias cortadas al rocío del amanecer  para ponerlas en los vasos con agua junto a la cama de su hermana postrada que aún en su estado vegetativo seguía conservando  la belleza de su blonda cabellera. Por vez primera se le presentaron juntos y la tomaron de las manos acariciándola,  ella  levantó la cabeza para mirarlos  uno a uno y sus ojos resplandecieron al azul mortecino de la flores, asintiendo un silente gracias e indicando a todos que estaba consciente. La casa  relumbró de nuevo, el Profesor contrató  cuadrillas de mozos para despejar el patio, doña Paty, canturreo bajito los boleros de su secreto más íntimo y la casa se llenó de gente que entraba y salía a todas horas para compartir el milagro. Patrocinia , la del rayo, como se le conocía; emergía del silencio para brindar a la familia y al pueblo un testimonio de  esperanza y miles de historias al respecto.

          Llegó agosto premonitorio que se estrenó con una violenta tormenta, los relámpagos  alumbraban al parque vació pues los pobladores se guarecían en los aleros de los negocios y viviendas cuando llegó  una noticia increíble deslizándose por las calles del pueblo como las aguas que descendían hacia los arrabales y el río:  ¡Patrocinia  García , la del Rayo! La que no se murió en el momento, había dicho adiós a este mundo con esta tormenta, en su casa…platicando con su madre que sentada en la silla de sollate verde con flores amarillas reía feliz por primera vez en sus 45 años viendo comer nuevamente por propia mano a su hija después del infortunado suceso, cuando la caída de otro rayo de mal fario, con su simple estruendo , le espantó el recuerdo y apagó para siempre su corazón de niña.

           Extraños designios tiene dios, o el destino. La mañana del sepelio, amaneció nublada y con un color premonitorio que apestaba a humedad y a hongos pero no llovía, así        que el pueblo se apresuraba a cumplir con los protocolos de rigor y  despedir a la niña que ya formaba parte de la historia de sus días. El cortejo fúnebre alcanzaba dos cuadras y el pequeño ataúd,( ironía del destino), estaba primorosamente adornado  ¡Con sendos  rayitos de pasamanería en  los costados! Mientras avanzaban, el sacerdote podía sentir  la lluvia próxima en el dolor en sus articulaciones, llegaron a la tumba abierta y apresuraron la ceremonia pero no terminaron, la gente empezó a correr con los goterones  que les espantaron sus buenas intenciones, Patricia se llevó corriendo a sus hijos  cuando los truenos arreciaron. Junto a la tumba, solo quedaron el sepulturero   y   Felipe, que permaneció toda la jornada tomando en sus brazos la cruz de madera y sintiendo en su espalda la lluvia  que le arremolinaban los carajos, mientras en los mausoleos vecinos  los relámpagos reflejaban  el rostro inocente de su hija Patrocinia en su postrer  momento, en aquel solsticio tan largo, casi tan largo, como ese aguacero que lo tenía tiritando de frío y de dolor  y que no pararía durante veinte días con sus  noches, inundando al pueblo y llevándose  al olvido el recuerdo triste de Patrocinia…la del rayo.

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23 respuestas a Patrocinia… la del rayo. (Joan Manuel García Paz)

  1. aprendiz dijo:

    Una vez te dije Joan,lo tuyo tiene visos de realismo mágico y aquí lo encuentro presto.Gracias amigo por compartirnos tu pluma mágica.

  2. Ángela dijo:

    Bueno, yo adoro el realismo mágico, así que sólo me queda decirte que me ha parecido magnífico tu relato. Lo he leído de un tirón disfrutando cada imagen y cada palabra. Felicidades.

  3. manoli dijo:

    Muy bonito. Agradabilísimo de leer. Hoy he conocido la palabra solferino, que no solo es nombre de pueblo. Preciosa forma de aludir al vino rojo.
    Coincido con aprendiz, algo de realismo mágico. Suerte

  4. Eva Olave dijo:

    Si, coincido con mis compañeros….de una gran belleza, he disfrutado con su lectura, me ha transportado a todo lo posible que hace la vida tan magica y especial.

  5. Un relato magistralmente narrado. Me ha gustado mucho. Te felicito, Joan, mucha suerte 😉 Un saludo.

  6. Joan Manuel García Paz dijo:

    Que lindo comentario me dispensas Manoli,lo aprecio y agradezco.Un abrazo.

  7. MayteSanSem dijo:

    Me gusta y como los «peros» ya te los he dicho en otro sitio, no insisto, que no quiero ser pesada.
    Sí insisto en que me gusta como cuentas y creo que con más «pulido» te quedarían las historias redondas y casi perfectas.
    Un saludo y suerte.

    • Joan Manuel García Paz dijo:

      jajaj,no te preocupes Mayte,aprecio tu mirada acuciosa y honesta y no me molesta, además es subjetivo y respetable lo que podamos decir de uno y otro relato.éste en particular; a mí me encanta pues es una historia que parte de un hecho real.Hasta la vista.(Cuidaré eso del «pulido» jejej)Chao.

  8. Santo Alcibiades dijo:

    Otro poema -casi épico- convertido en relato. Extraño y estremecedor. Buenísimo.

    • Joan Manuel García Paz dijo:

      Gracias santo Alcibiades, es una historia real,una tía(abuela) que murió por un rayo en los años 4os,claro, tratado el tema; con sus ficciones que le adornan.Gracias.Un abrazo.

  9. Ángela dijo:

    ¡¡¡Enhorabuena Santo Alcibíades!!!

    • Joan Manuel García Paz dijo:

      Hola Ángela,gracias por la felicitación pero no soy Santo Alcibiades,jajaj Soy joan Manuel.Gracias de todas formas.

  10. alicia dijo:

    Hola mi amigo, historia trágica si las hay, envuelta en el cálido relato de una pluma certera que nos transporta y conmueve.
    Felicitaciones muy merecido cada logro!

  11. Jaime Blanco dijo:

    Bueno, el nível técnico del relato es altísimo. La historia es trabajada y tiene esos toques de esperanza y sufrimiento que vemos a diario en la vida. Lo bueno y lo malo, Yin-yan, etc… Es mejor despertar y morir, o no despertar( no albergar esperanzas) .

    Un cordial saludo

  12. Ángela dijo:

    Perdón, mil perdones, hace poco que estoy por aquí y me lío con los nombres. Felicidades de nuevo!!

    • Joan Manuel García Paz dijo:

      No te preocupes suele pasar.Nuevamente gracias y hasta la róxima.Un abrazo.

      • Ángela dijo:

        Cómo no sé si se puede y no quiero que me echen del blog nada mas llegar, solo te diré (para que me perdones) que tu relato me encantó y que te lo agradecí en forma de votos generosos. Escribes muy bien.

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