Al fin llegó el día. La espera ha merecido la pena. Deslizo mis dedos por la carrocería encerada de un negro cromado que me hace sentir lo mismo que si acariciara la piel de una bella mujer. Sigo acariciando sus interiores y se me acelera el pulso. ¡Qué palanca de cambios!, ¡qué volante!, ¡qué salpicadero! y la pantalla de información ¡superdelgada! Es un modelo insuperable. Al arrancar, la excitación es tal, que también se me arrancan lágrimas de emoción. Allá voy.
Una deuda más, pero ¡qué narices! me lo pudo permitir, por fin, conseguí mi ascenso. Hombre, lo siento por Miguel, es buen chaval, pero era él o yo, y él lo tiene todo. Es feliz en su matrimonio, no se le conoce amantes ni vicios y, para colmo, sus hijos sacan buenas notas. En fin, que lo tiene todo. ¿Tendría yo que prestar más atención a los míos? Tal vez, pero las curvas de Lourdes casi me hacen sentir lo mismo que la suavidad de este volante cuando las toma. Además, se la quité a Santi, y eso, eso si que me satisface, casi tanto como montarme en este bólido. Espero que no se vengue y mi mujer no se entere. Con todos esos créditos firmados, me vendría fatal separarme ahora.
Daré otra vuelta más por las calles de la urbanización. Ya me han visto Xavi y Fernán, seguro que en estos momentos les corroe la envidia, ¡que se fastidien! Ya me dieron en las narices con su crucero por el mediterráneo. Claro, que al año siguiente monté a toda la familia, incluida mi suegra, en un barco y ¡hala! a los Fiordos. Xavi y Fernán se pusieron verde de envidia cuando les conté la experiencia de ver la aurora boreal desde la cubierta, pero a mi los barcos, ni fu, ni fa. A mi, lo que realmente me gusta son los coches-cochazos como éste. Solo me falta que lo vea mi vecino, que gustazo me va a dar, siempre presumiendo de sus nuevas adquisiciones, ya sean tecnológicas; mobiliarias, automovilísticas o de amantes, pero esta vez…esta vez, me he adelantado a él.
¿Qué es eso? ¿qué hace ese coche, delante de mi chalet, ocupando un buen trozo de mi plaza de garaje?
Pero…¿de quién este coche-cohazo? !Ay, que me da algo! Si es el único modelo que queda por encima del mío y que no me decidí a comprarlo por culpa de María, que me tiene harto, siempre recordándome los dichosos créditos.
Antes de entrar en casa, Juan, mi vecino del adosado, vocifera mi nombre, le oigo pero no le veo porque el pasado año superé su valla de separación con un bello forjado, ahora, mi valla es mucho más alta que la suya.
Salgo de la ceguera que me impide ver a Juan, y me dice:
— ¡Voilá! Te presento mi nuevo auto.
Siento que el suelo se aproxima a mi nariz y antes de derrumbarme, le insulto:
— Maldito envidioso.
Jajaja…De eso se trata: «El que golpea primero, golpea dos veces». A más de uno me ha recordado este muchachito y su «juguete». Gracias por publicarlo. He disfrutado.
Bueno, ya se sabe que la envidia es un deporte nacional. Me gusta que te guste, Eva.
Saludos.
El coche más lujoso, la valla más alta…, madre mía, y lo peor de todo es que vivimos en un mundo donde hay mucha gente así, un gran número, por no decir casi todos…, y si sigo hablando me voy a tener que incluir jaja. Pues lo que has reflejado no es más que la realidad. Gracias por compartirlo.
Hola Ángela, como le decía a Eva, es el deporte nacional de este país, ya lo dice nuestro sabio refranero: si la envidia fuera tiña, ¡cuantos tiñosos habría! Gracias por leer y comentar. Saludos.
Qué bueno. Competición de envidiosos, quién da más…je je.
Solo me suena raro la expresión «se me arrancaron las lágrimas» . Yo he visto que alguien arranque las lágrimas a otro con algo, o se me saltaron ,o me brotaron, salieron… pero así no lo había leído. Ojo, que no digo que sea incorrecto ¿eh? , pero lo desconozco.
Gracias, Manoli. ¿Quién tiene más?, ¿quién fastidia más?, ¡qué horror vivir así!
Tienes mucha razón, ese arranque de lágrimas, ahora, me suena fatal… me traicionó el juego de palabras con el arranque del coche. Gracias y saludos.
Gran cuento! que no enseña, si lo queremos ver, que por muy alto que subamos siempre habrá mas escalones disponibles… Muy lindo Mar.
Gracias, Santo. Todos los personajes del relato quieren seguir subiendo, claro que como se caigan se hacen añicos. Me alegra que te guste.
jajajaj, genial.Le copio el comentario a Santo,creo que dice perfecto el mensaje del cuento.Felicitación Mar y saludos.
Como le comentaba a Santo, la estupidez humana y la envidia, pronostica la ruina de este personaje, mira… lo mismo sigo y le arruino, jajaja. Me guste que te guste. Gracias y saludos.
Muy bien relatado y perfectamente dibujado el carácter de los personajes. Se te ha ido alguna palabreja, pero nada de importancia.
Muchas gracias por leer mi relato y comentar. Saludos.
Ay, esos coches de lujo cuántas pasiones desatan! bien descrito Mar, y siempre actual 😉
jajaja, si hay personas que quieren más a su coche que a…. Gracias por leer y comentar Manoli.
Un abrazo.
Pues sí, ese hombre no es que sea un envidioso, ¡es qué vive por y para serlo! Y así sucede muchas veces. Bien descrito, entretenido y con un buen toque de humor. En el lado «tiquismiquis», te ha bailado alguna tilde(como en «a mí») y alguna palabrilla («¿de quién este coche-cohazo?», supongo que será de quién es ese…).
Muchas gracias Leticia, por leer mi relato y hacer comentarios. Tomo nota de los errores ortográficos. Me gusta que te guste.
Lo que ocurre es que sois todos unos envidiosos y por eso criticáis a este buen hombre que solo quiere un coche nuevo… 🙂
Muy bueno Mar, como siempre personajes muy de carne y hueso.
¡jajaja, no sabes tú na!
¡Genial! Muy bien reflejada la envidia masculina ¡que también la hay y mucha! Me ha encantado
Muchas gracias Arantxa, me gusta que te guste mi relato. Saludos.
Enhorabuena Mar!!! me alegro mucho por ti, ya te iba tocando…Felicidades. Un abrazo. 😉
Mil gracias, Manoli. No me lo esperaba, menudo regalo. Un abrazo.
Enhorabuena!! 🙂
Mil gracias, Ángela. He recibido un regalazo veraniego, no sé si lo merezco, pero es un honor compartir relato con buenos relatistas como vosotros en el libro anual. Un abrazo.