Establecer un vínculo (Patricio Núñez Fernández)

Mi vida ha vuelto a comenzar. Es la primera vez que escribo desde la tragedia, es tan doloroso como creí que sería. El editor de la revista se debe haber visto sorprendido con el vacío en su casilla postal. Mi remitente es poco confiable y mi itinerario lo desconoce, mi único contacto con el es mi cuenta bancaria. Enviare las fotografías, tengo suficientes como para volverme sedentario por algunas semanas y dedicarme a escribir, expiarme. El plan es simple, todas estas líneas están condenadas al fuego. Solamente necesito hacer esto.

Todo en mi vida fue asequible, casi sin esfuerzo. Soy fotógrafo de agencias de turismo. Mi vida laboral (la única que tengo), consta de visitar lugares para retratarlos, luego enviar las fotografías a Buenos Aires y continuar buscando imágenes para eternizar con mi lente. No poseo vínculos ni familiares ni afectivos, no me interesan. Nací en Chuquisaca y me críe en Salta, debido a la itinerante profesión de mi padre como geólogo de una minera. Mi madre falleció a los cinco días de mi alumbramiento, desconozco las causas, mi padre anuló todo su pasado, tiempo después me abandonó dejándome al cuidado de su madre.

A María la conocí en el Distrito Federal mexicano, era modelo, la agencia la había enviado para que sea fotografiada en el palacio de Bellas Artes de esa ciudad. Después de una semana de trabajo y de cortejarla abandonó todas sus pertenecías y estaba volando conmigo rumbo a Kilimanjaro. Su vida se adapto a la mía, era solitaria, no poseía vínculos, ni trabajo estable. Ella recorría sola o me acompañaba a las producciones y compartíamos las noches. Debo admitir que me sentí dichoso en su compañía y nunca estuve tan próximo a un ser humano como a ella. Las sensaciones que tenemos son irreales cuando despertarnos al amor, nos aterrorizamos, sentimos pudor de nuestra vida pasada y nos ilusiona que el futuro deje de ser un sitio de tinieblas.

Nuestro cotidiano era despertarnos en diferentes hoteles o posadas, buscar juntos lugares de atracción, visitar museos, ir a teatros sin importar la lengua de las representaciones, cenar en lugares típicos, casi como sibaritas.  Disfrutábamos de nuestra juventud, la soledad y los viajes.

Mi amor creció de un modo exponencial. Comencé a sentir la necesidad de establecerme, de otorgarle las comodidades de una vida burguesa, generar un vínculo que la convierta en mi contacto con la especie humana. Amarla. Que María sea el límite del universo y yo sería fiel devoto de su sistema solar.

La noche en que pensaba pronunciarme una noticia cerró todos los caminos de mi felicidad aparente: estaba embarazada. Mis planes se derrumbaban ¿Cómo tolerar competencia en su atención? Ese demonio disfrazado de ángel venía a estropear el más dichoso de los amores, nuestra relación no estaba contaminada por la presencia ajena, por comentarios hirientes de personas que no comprenden que mi vínculo con María era superior y ahora ese intruso saboteador estaría revoloteando por nuestra intimidad ¿Cómo soportar esto?

Fingí alegría. Por primera vez le mentía, le pedí que el asunto lo maneje con discreción así crear una estrategia para incluir en el seguro medico de los empleados de turismo, la verdad es que no toleraba felicitaciones por esa noticia deleznable. En mi ruta de viaje figuraba Potosí, cosa que le pareció como un presagio del destino conocer el país donde nací.

Nuestra última noche en Praga y comenzó a sentir mareos, esa bestia que llevaba en el vientre había elaborado un plan para destruir mi paciencia. Pensar en copular me hacía sentir traicionado.

En el vuelo quiso que toque su abdomen para sentir a ese mequetrefe. Los mareos no cesaron, por el contrario se incrementaron.

Ya en la Paz visitamos un médico que le ordenó reposo absoluto y le prohibió acompañarme a Potosí. En casi un año que llevábamos juntos fue la primera vez que nos separábamos. La situación se volvió insoportable. Con ella me mostraba gentil y atento, pero un odio visceral incendiaba mis entrañas.

Cuando retorné a la Paz los mareos, las nauseas y el malestar se había intensificado. En el hotel le prepararon un té con hierbas relajantes, las cuales la entregaron a un profundo sueño, al parecer placido como hacía días María no tenía.

Con resignación afrontamos nuestra conversión en seres alejados de todo anhelo pretérito, comenzamos el camino de la penumbra autoimpuesta, edificamos nuestra existencia sobre bases ajenas a nuestros verdaderos deseos.

Al observarla dormir me encontré con la solución de mis problemas. Maquinalmente tomé un almohadón de la cama en donde la embarazada descansaba para así empujarlo con fuerza sobre su rostro, evitando la entrada de oxigeno para continuar con esas dos vidas, en ese momento el conserje golpeó la puerta. El médico que la atendía había llamado por teléfono avisando que pasaría en unas horas para controlar a la paciente. Sin embargo, el conserje me echó una mirada inquisidora, como si supiese que acción estaba a punto de ejecutar. En cuanto lo despedí tomé asiento y noté que mi cara estaba cubierta de sudor, lo mismo mis axilas. Era preciso que me controlara, el médico llegaría en cualquier momento y yo como un maniático. Debo confesar que nunca en toda mi existencia me sentí capaz de realizar el mal de un modo tan llano, abierto, menos contra ella, ¿qué soy yo si no la tengo? Dios, mi vida es confusión indescifrable. Lo insólito es que María permanecía imperturbable desde la lejanía de sus sueños, todo ese vaivén de energías colapsando, convergiendo y divergiendo y ella con su silencioso sopor.

El doctor la revisó y su parte fue positivo, como si toda la oscuridad de mis latidos la fortalecieron, pacificando al mamífero que llevaba dentro.

Mi hoja de ruta nos marcaba la medieval Bologna como próximo cometido, la pasividad y la cocina italiana acompañarían de maravilla a la gestante, además esa era una ciudad que yo particularmente adoraba. Los meses de embarazo ya eran siete, esta ciudad recibió a María y ella me pidió no abandonarla hasta el nacimiento de la criatura. Continuó sus tratamientos en una clínica italiana de maternidad, una ecografía determino que iba a ser varón. Sus molestias persistieron agudizándose, esa mezcla de pena por ella y encono por él, que increíblemente a medida que pasaban los meses ya lo configuraba en mi mente con un ser humano detestable, pero humano al fin.

Tenia que fotografiar el monumento a Neptuno de noche, la producción la realicé solo, María aquejaba dolores y le aconsejaron, nuevamente, la completa quietud. En medio de la producción pensé en el suicidio como una posible solución, prontamente la deseche, era más potable abandonarla, pero mis sentimientos por María eran los mismos, la amaba profundamente. ¿Cómo dejarla en manos de ese facineroso enano, encima hombre? Cuan desdichado que era, si hasta pergeñe un plan homicida.

Lo bueno es que ella estaba tan cansada que ni siquiera tenía ganas de conversar, además trabajé como pocas veces en mi carrera, fotografié sin cesar, descubriendo nuevos sitios, mi coartada era más que lógica para ella: estaba acumulando fotografías para así quedarme con ella y el crío, los tres juntos, felices.

Cuando arribe al hotel me informaron que llamó de urgencia a conserjería para que se comuniquen con la clínica, tenía hemorragias demasiado intensas. Velozmente me apeé al nosocomio, caminando por las recovas de Bologna pensando en el estado de salud de mi mujer. ¿Qué pasaría si ella fallecía y la bestia sobrevivía? las pulsaciones de mi corazón galopaban, tenía que apurarme, el verdadero asesino era él.

Agitado llegue al hospital, en informes me indicaron donde estaba la maternidad. Ahí me recibió un medico. Lo peculiar de mi situación es que ni bien sentí ese olor propio de las instituciones de salubridad, un hambre voraz se apoderó de mí, ¿sería la ansiedad? El facultativo me hablaba, no le entendía, su italiano era muy cerrado, no podía dejar de pensar en un panini de mortadela. Le pedí que hable más despacio. Al fin pude comprender que tuvieron que operar a María de urgencia, tuvieron que practicarle una intervención para forzar el parto que felizmente había salido de maravillas.

La desazón se mezcló con el feroz apetito que padecía. Mi desmayo fue inminente. Al despertar en una de las habitaciones las enfermeras jocosamente me llamaban el papito de Luca.

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9 respuestas a Establecer un vínculo (Patricio Núñez Fernández)

  1. eva dijo:

    ¡Pobre niño, la que le espera! Intrigante relato, te va absorbiendo y capta tu interés…me alegra que el desenlace no sea tan trágico como pensaba. La vida se impone, eso está bien. Como en el anterior relato que he leído, tuyo, noto falta de consonancia en algunos tiempos verbales, es posible que sea debido a modismos argentinos, ahora me doy cuenta de ello. Me encanta el lirismo y poesía que reflejan algunas frases. Suerte, Patricio. Y desde España: ¡Olé!

    • Patricio Nuñez Fernández dijo:

      Gracias Eva por dedicarle tanta atención a mis relatos. Si, uno cae en modismo propios de su país, voy a intentar corregirlo.
      Un saludo.

  2. orgav dijo:

    Me encantó la historia, te atrapa. El final me lo esperaba con más fuerza dado que el relato en todo momento es intenso. Pero está muy bien. Suerte.

  3. manolivf dijo:

    Tratas muy bien los sentimientos y contradicciones del protagonista. Haces que le acompañemos en sus delirantes pensamientos y nos asomemos al borde de la tragedia que luego remontas con agilidad para darle ese final con tinte cómico. Como peros lo mismo que te dice Eva, alguna expresión y verbo que no me cuadran. Pero el relato es bueno y el título lo redondea. Enhorabuena,

  4. Patricio Nuñez Fernández dijo:

    Manolif, gracias por siempre criticar mis relatos, tus críticas son bienvenidas, ayudan a mejorar.
    Saludos.

  5. amaiapdm dijo:

    Patricio, muchas gracias por escribir, me ha gustado tu relato aunque algunas formas verbales no me parecen las correctas. Un saludo y felices fiestas y feliz año nuevo. Amaya

  6. leticiajp dijo:

    Es interesante ver como no todo el mundo se siente de maravilla con determinadas situaciones, aunque parezca que debe hacerlo. Me gusta tu forma de escribir, aunque yo acortaría un poco el texto para hacerlo más directo y no repetir ideas.

  7. Nelaache dijo:

    Coincido con los demás compañeros en que el fallo está en el uso indebido de los tiempos verbales, aunque en esencia el relato me parece interesante y se lee con interés.

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