Imagina (Alex de la Rosa)

-¿Sabes? Cuando me llamaste y me dijiste que querías verme, no me lo pensé dos veces. Pese a todo lo que nos ha pasado, es imposible olvidarte. Me alegró tanto oír tu voz…

-Ha pasado tanto tiempo sin saber el uno del otro…

Nunca es demasiado tarde. O eso dicen. Quizás en este caso si lo sea. Quizás no. No estoy muy seguro. Lo único que sé con seguridad es que me siento muy feliz en este momento, que sentí felicidad cuando contactó conmigo. Después de todo lo vivido, los rencores, el orgullo, todo, se ha disuelto, como se disuelve una gota de agua en un charco de tinta. Ya no hay nada que echar en cara, nada que discutir. Ahora estamos ella y yo a solas, simplemente para reencontrarnos en un solo ser, simplemente para ser lo que fuimos en un principio.

-Si. Ha pasado mucho tiempo – Digo, cabizbajo. Mi mente intenta ordenar las ideas. Tanto que contar que no sé por donde empezar. De lejos me llega el sonido de una canción. Sé que la conozco, me suena, pero no logro concentrarme lo suficiente como para saber de qué – Desde entonces he cambiado bastante, o eso dicen todos.

-¿En qué sentido has cambiado?

-Bueno. Siempre te reproché tu forma de ser tan soñadora, tan fuera de la realidad.

-Si, lo recuerdo.

-Creo que desde que ocurrió aquello he pasado a ver las cosas de otra forma. He pensado mucho. Sigo pensando. Algunos dicen que tengo la increíble habilidad de dormir despierto. Pero realmente no es que esté durmiendo, es que me quedo pensando durante mucho rato, en cualquier lugar, en cualquier momento. Aunque alguien me esté hablando, en medio de la conversación me abstraigo y me pongo a pensar en otras cosas. Por esto mismo muchos de los que fueron nuestros amigos se han distanciado de mí. La mayoría de la gente no soporta no ser escuchados y sin embargo, les cuesta escuchar. Pero no puedo remediarlo, cualquier cosa, por nimia que sea, me hace pensar.

-Tal y como me ocurría a mí.

-Tal y como te ocurría a ti – Asiento. Sonrío, aunque es una sonrisa melancólica. Recuerdo perfectamente como se evadía ella de las conversaciones y como yo la criticaba por eso. Me enervaba su actitud pasota hasta el punto de hacerme estallar.

-¿Y en qué piensas?

-Pienso en muchas cosas, pero casi siempre ando dándole vueltas a la misma idea. Todos mis pensamientos convergen hacia el mismo punto. – Explico, reflexivo.

-Creo que ya lo sé.

-¡Si! Tu lo debes de saber mejor que nadie. Si le doy vueltas a eso es porque lo aprendí de ti. Por aquél entonces me parecían estupideces, pero cuando ocurrió aquello algo despertó en mi cabeza. Todas tus ensoñaciones, tus pensamientos, parecían tener un significado claro para mí. – De pronto, aquella canción que suena de lejos, parece acercarse un poco más, como si alguien me la estuviera trayendo para reconocerla del todo.

-Cuéntame tus pensamientos, aunque ya sepa de que tratan. Me gustaría escucharlo de tu boca.

-Está bien – Alzo la cabeza y miro al cielo antes de comenzar a abrirme hacia ella. No me he dado cuenta, pero durante el tiempo que he permanecido allí, unas nubes grises han ido copando el antes azulado cielo y han tapado el sol. Además logro percibir un ligero olor a lluvia. Es algo que antes no podía hacer, pero que con el tiempo he aprendido. Siempre huelo la lluvia, antes de que caiga.

“Imagino que no hay paraíso. Ningún infierno debajo de nosotros, que sólo existe el cielo. Imagino a la gente viviendo al día. Que no hay países separados, que no hay nada por lo que matar ni morir. Un mundo sin religiones, donde la gente vive en paz. Un mundo donde no existan las posesiones, ni la codicia, ni el hambre. Donde la gente esté en hermandad, compartiendo este mundo. No es tan difícil pensar en todo esto, si lo piensas bien”

De repente, la canción me rodea por completo. Ahora la reconozco. Es nuestra canción. La que inspiraba sus deseos, la que la transportaba hacia su mundo, totalmente desconocido para mí por aquél entonces. Pero ahora estoy mas cerca de su mundo que nunca. Desde que ocurrió aquello, empecé a acercarme. Y ahora casi vivo allí.

Un viento frío empieza a arremolinarse a mi alrededor. Las hojas resecas que permanecían muertas en la hierba se agrupan y forman una heterogénea paleta de colores anaranjados y rojizos, de una belleza ejemplar, envidiable para cualquier pintor. Pero no siento frío. Ella me transmite su calor. Y sin embargo, antes de que ocurriera aquello, siempre había sentido frío, un frío que congelaba mi corazón, un frío que nos separaba, aunque estuviéramos juntos. Y ahora que físicamente estamos más separados, me siento más unido a ella que nunca.

Ella se dispone a hablar.

-Solías decir que era una soñadora. Y siempre te respondía que no era la única. Esperaba que algún día te unieras a mí, y formáramos una unidad y así el mundo, nuestro mundo, viviría como uno solo.

En ese momento la canción termina. Siento una paz completa. Unas finas gotas de lluvia empiezan a caer. Parecen que lo hacen adrede, para terminar de purificarme. Me pongo de cuclillas y dejo las flores que había traído sobre la húmeda hierba. Son gardenias, las más blancas que he podido encontrar. Sus favoritas.

No hace falta decir ni una sola palabra más. Sé que ella me ha llamado para esto. Ahora lo sé. Esperaba que me uniera a ella, que formáramos una unidad.

Así el mundo, nuestro mundo, vivirá como uno sólo.

 

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2 respuestas a Imagina (Alex de la Rosa)

  1. MARIA EDITH SUAREZ NOGALES dijo:

    Linda expresión.

  2. Panguitruz Guor dijo:

    Me gusto mucho tu relato, has logrado expresar muchos sentimientos en pocas palabras y con una prosa limpia y simple. hace tiempo escribí un relato con una idea parecida recargado de sentimientos no muy bien expresados dando como resultado un texto mediocre, propios de un principiante ( lo sigo siendo).

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