Contigo siempre estará mi sangre (Amparo Montoya)

La familia de Nicolás Vasco, compuesta por Miriam, la esposa y tres hijos, Camilo de diez años, Manuel de siete y Andrea de cuatro.

Nicolás, hijo único de Alonso Vasco, quedó huérfano de madre a la edad de cinco años, Alonso Vasco no se volvió a casar y cuidaba de su hijo, dejándolo únicamente en una guardería, lo llevaba a las siete de la mañana y lo recogía a las cinco de la tarde, compartiendo con Nicolás, todos los momentos libres que le quedaban y los fines de semana, jugaban, estudiaban, iban a cine, a comer helado. Eran felices, hasta que cumpliendo Nicolás los veinte años, coronando su carrera de arquitecto, fue avisado de la muerte accidental de su padre, y pocas semanas después, contrajo matrimonio con Miriam.

Arquitecto de la compañía Metal García y Cia, heredada de su padre, había diseñado y construido la casa en un terreno que había sido de su propiedad, su trabajo consistía en comprar casas en remate, organizarlas y venderlas luego por buenas sumas de dinero.

Camilo, su hijo mayor cuidaba de sus hermanitos, jugaba con ellos en los ratos libres, los obligaba a cumplir con sus labores escolares. Cierto día:

-Andrea, mira ese perrito ¡parece perdido! Dijo Camilo.

-¿No tiene papás?

-¡Parece que no!

-¡Es muy bonito!

-¿Lo cojo?

-Tú sabes que a mi papá no le gustan los animales, dijo Manuel.

-¡Pero está perdido, puede tener hambre! Respondió Camilo.

-Vamos a cogerlo y lo ponemos en el patio de atrás, dijo Andrea.

-¿Lo bañamos con el champú de mi mamá? Preguntó Manuel.

-¡Sí! Dijeron los niños al mismo tiempo.

Camilo cogió al animal y empezó a hablarle:

-Te vas a llamar “pelusa”, te vamos a bañar y después te damos comida y por último nos ponemos a jugar contigo.

-¿Pelusa? ¿Por qué? Preguntó Andrea.

-Porque tiene mucho pelo y es una hembra, respondió Camilo.

-¿Cómo lo sabes? Preguntó Manuel.

-Porque tiene cuatro tetas…

-¡Cochino, eso no se dice! Dijo Manuel.

-¿Cómo le digo entonces?

-¡Ubres!

-Jajaja, ubres son para las vacas, dijo Camilo.

-Vamos a bañarlo, dijo Andrea.

-Lleven al patio el champú de mi mamá…

-¿Y con qué la vamos a secar? Pregunta Manuel.

-Coges la toalla grande que hay en el baño y esa será para ella, dijo Camilo.

-Pero ¡esa es tu toalla! Dijo Andrea.

-¡No importa!

Los niños organizaron todo para su nueva huésped. Consiguieron una caja de cartón y después de organizarla, se pusieron a jugar con el animal. La noche caía, y los padres de los niños, no regresaban.

-¡Ya está muy de noche! La llevaremos a la caja y después al patio, para que se duerma, dijo Camilo.

-¿Y si llueve? Preguntó Andrea.

-¡Se va a mojar! Dijo Manuel.

-¿Entonces qué hacemos? Pregunta Camilo.

-Mi papá se va a enojar si viene y la encuentra aquí, dijo Andrea.

-¡Silencio! Es el ruido del carro de mi papá, dijo Camilo.

-Tenemos que esconderla, dijo Manuel.

-¡Ya sé! La llevaré para mi pieza y la encierro, allí nadie la verá hasta mañana, dijo Camilo.

Guardaron la perrita en la pieza de Camilo y salieron a abrirle la puerta a Nicolás.

-Mamá ¿dónde está mi papá? Pregunta Andrea al ver que Miriam se bajaba sola del auto.

-¡Ábreme la puerta del garaje, guardaré el carro!

La niña obedeció. Miriam guardó el carro y entró a la casa.

-Mi papá ¿dónde está?

-Se fue para Santa Clara, no vendrá sino en una semana, es mucho el trabajo que tiene por allá, dijo Miriam.

La “pelusa” empezó a ladrar. Los niños se miraron temerosos y miran a Miriam.

-¿Hay un perro en la casa?

Los niños no contestaban.

-¡No me quieren contestar! ¡Buscaré por todas partes! ¡Ya saben que a Nicolás no le gustan los animales!

-¡Mamá! Dijo Andrea.

-¡Dime!

-Es que nos encontramos una perrita huérfana y le dimos abrigo aquí en la casa…

-¿Una perrita? Pero ustedes saben muy bien que a Nicolás…

-Mamá, ya lo sabemos, pero es que estaba sucia, con hambre y nos quiere mucho, dijo Manuel.

-¿Los quiere? Pero si se la acabaron de encontrar ¿cómo que los quiere?

-Mamá, uno sabe cuando un animal te quiere y cuando no, dijo Manuel.

-¡Van a sacar ya mismo ese animal de la casa!

-Mamá ¡no lo hagas!

Ante los ruegos de los niños, Miriam cedió:

-Vamos a conocer a la perrita…

Todos se pudieron muy contentos. Manuel sacó a la “pelusa” y:

-¡Pero qué perrita tan bonita! Dijo Miriam y empezó a acariciarla. El animal correspondía lamiendo la mano de Miriam.

-¿Qué vamos a hacer cuando venga Nicolás?

-La podemos meter al garaje…

-¡Es el primer lugar que no deben usar! Dijo Miriam.

-¡Entonces la escondo debajo de mi cama! Dijo Manuel.

-¡Ustedes me van a poner en problemas con Nicolás!

-Nosotros le pediremos que…

-¡Sabemos que es inútil! Nicolás no va a ceder…

-Esperemos que papá tarde en regresar mientras le buscamos un hogar a la “pelusa”, dijo Manuel.

-¡Está bien! Dijo Miriam.

Sin embargo todos se encariñaron con el animal. Nicolás llegó antes del tiempo previsto:

-¿Qué vamos a hacer con “pelusa”? preguntó Miriam.

-Mamá, mientras tú lo atiendes, me lo llevaré para mi pieza y vamos saliendo de uno en uno a saludar a papá, así él no va a notar nada raro en la casa, dijo Manuel.

-¡Esperemos que no se ponga a ladrar! Dijo Miriam.

Nicolás entró a la casa. Saludó y dijo:

-Miriam, tienes que empezar a empacar, nos cambiaremos de casa…

-¿Para dónde nos vamos?

-Conseguí una casa más pequeña que ésta, pero tenemos que acomodarnos en ella, venderemos ésta y con la venta de ella, seguiré comprando casas en remate, quiero tener el negocio yo solo, he tenido algunos inconvenientes con los trabajadores de mi papá, pero como no quiero entrar en litigios, me voy a independizar…

-¿Cuándo empiezo a empacar? Pregunta Miriam.

La “pelusa” empezó a ladrar.

-¿Hay un perro en la casa?

Miriam guardaba silencio.

-Por tu silencio me doy cuenta de que consiguieron perro…

-Los niños se lo encontraron y le dieron abrigo porque estaba solito en la carretera…

-¡Pues verán cómo van a hacer!

-¿Por qué?

-Porque en la otra casa, no hay espacio para animales, te dije que era más pequeña que ésta y la gente no puede convivir con animales cerca, además, mira que los niños se pueden contagiar de alguna enfermedad que tenga ese animal…

-¡Lo vacunaremos!

-¡Ya conoces mi decisión! Tienen tiempo de buscarle un albergue al animal, empieza a empacar que dentro de un par de días regreso…

Nicolás regresa con un coche de trasteos. Miriam tiene todo organizado. Llama a sus hijos, pero ellos no responden. Se dirige a Nicolás y le dice:

-Los niños están muy tristes porque no encontraron un albergue para la “pelusa”…

-¡Y tú debiste de haber respetado mi decisión de no permitir animales en la casa!

-¡No podía negarme, “pelusa” es tan pequeñita y frágil!

-¡Esos sentimientos hacia los animales, no los conocía en ti!

-Pero es que tenemos que aceptar que nuestros hijos tengan un amor diferente al de nosotros, en eso puede ir la madurez que van a adquirir en su futuro… ¿Qué vamos a hacer?

-¡Lo que pienso hacer!

-¿Qué?

-¡Irme con mi familia y dejar la perra aquí!

-Pero…

-La casa ya la vendí y los nuevos dueños, verán qué hacen con ella…

-¡Nicolás, vamos con la perrita!

-¡Te repetiré hasta el cansancio, que en la nueva casa no tenemos espacio para animales!

Miriam no dice más nada. Va en busca de sus hijos y encuentra que Manuel abrazando la perrita le dice:

-¡Pelusita, mi papá no te quiere, te vamos a dejar aquí!

La perrita empieza a lamer la mano de Manuel.

-¡Se va a morir de hambre! Dijo la niña.

-Hijos, ya nos tenemos que ir, Nicolás nos está esperando en el camión…

-Mamá, has algo para que mi papá…

-Hijos ¡ya hice lo que pude y todo fue inútil!

-¡Los estoy esperando! Dijo Nicolás con voz fuerte.

-¡Vamos, vamos!

Todos salieron y se acomodaron en el carro de trasteos. “Pelusa” los vio partir. A Manuel le pareció ver dos lágrimas en los ojos del animal. El carro arrancó. “Pelusa” empezó a ladrar. Los niños movían la mano despidiéndose de ella. El animal, salió detrás de ellos. Nicolás no veía al animal. Los niños estaban con miedo porque:

-¡Ojalá no se meta por delante del carro porque la mata! Dijo Camilo.

-¡Voy a llorar! Dijo Andrea.

-¡Yo también!

-¡Es sólo un animal! Dijo Nicolás cuando escuchó a sus hijos.

-¡Ella nos quiere a nosotros! Dijo Manuel.

-¡Basta ya de lloriqueos! Y vamos más aprisa, dijo Nicolás al conductor. Éste aceleró. La perra corría y corría tras de ellos sin poderlos alcanzar. “Pelusa” ya estaba jadeando y se quedó quieta unos minutos para reposar. Tiempo suficiente para que el carro se perdiera de su vista. Gimió y se retiró a descansar entre la maleza. Allí se quedó dormida.

Horas más tarde se despierta. Tiene hambre. Se para en el lugar donde perdió a sus amigos. Mira para todos los lados. Llega la noche y ella allí. Tampoco sabe regresar a la casa. Empieza a caminar sin rumbo conocido. Llega a una casa muy vieja. Empieza a nevar. Se esconde entre las escalas de la casa. El frío es fuerte. Sale de su escondite y se dirige a la casa. Araña la puerta con sus uñas. Una anciana se asoma por la ventana y dice:

-¡Qué animal tan bonito! Le voy a dar comida…

La anciana prepara algo de las sobras de su comida. Abre la puerta y “pelusa” entra. Se queda mirando a la mujer.

-¡Vamos, perrita, come, come!

Le pone un plato de cartón en el piso y en una vasija de la cocina, le pone agua. Cierra de nuevo la puerta, apaga las luces y le dice al animal:

-¡Te vas a portar muy juiciosa, para dejarte dormir aquí en la sala! Si me haces popo aquí dentro, te tiro para fuera, para que te coma el frío…

El animal parecía entender. Comió con rapidez y se echó a un lado de la poltrona. La anciana se dirigió a su pieza.  

Los días fueron pasando y “pelusa” fue adoptada por la anciana Matilde quien le puso el nombre de “cariñosa”. El esposo de Matilde regresó a la casa, pero “cariñosa” no le permitió la entrada.

-¡Matilde, Matilde!

-¡Sinforiano, tardaste mucho en regresar!

-¡Ese animal no me deja entrar!

-Ese animal tiene nombre, se llama “cariñosa” ha sido mi compañera casi desde que te fuiste…

-¡Pues has algo para yo poder entrar!

Matilde le dijo a la perrita:

-¡Cariñosa, éste es mi esposo, déjalo entrar!

La perra parecía no entender y se dispuso a atacarlo. Matilde gritó:

-¡Cariñosa, si no lo dejas entrar, tú tampoco entrarás aquí!

La perra, como entendiendo la amenaza, metió la cola entre las patas y se retiró a un lado. Sinforiano entró a la casa diciendo:

-¡Parece un animal bravo! ¿Dónde lo conseguiste?

-¡Ella vino hasta aquí! Estaba nevando y yo la dejé entrar…desde entonces, no me abandona…

-¿Quién será el dueño?

-¡Está perdida! Pero no te preocupes que solamente hay una vía para el otro poblado y es ésta, si alguno de los que se han ido al otro pueblo es el dueño de la perra, cuando regrese por este camino, la va a reconocer y entonces que se la lleve…

-¿Y si no regresan?

-¡Pues se quedará con nosotros cuidándonos!

-¿Qué? Pregunta Sinforiano.

-¡Ya viste que no te dejaba entrar! Entonces es buena celadora…

-Jajaja…

Nicolás recibió una llamada de los compradores de su casa:

-Señor Vasco, hay muchas goteras en la casa, un trabajador se ha subido al tejado se ha caído porque todas esas tejas están podridas…

-¿Qué puedo hacer por ustedes?

-Deshagamos el negocio, porque usted nos dijo que todo estaba en perfectas condiciones y es falso…

-Le aseguro que las tejas estaban firmes, de pronto…

-¡Pues debe de solucionarnos el problema lo más pronto posible!

-¡Claro que sí! El fin de semana estaré inspeccionando todo…

-¡Por aquí lo esperamos!

Nicolás cuelga el teléfono y le dice a Miriam lo que está sucediendo. Camilo se retira en silencio. Miriam lo observa y piensa: “Camilo tiene algo que ver con las tejas, porque esas tejas no tienen dos años de compradas…iré a preguntarle…”.

Los demás niños estaban viendo televisión cuando:

-¡Vamos a regresar a nuestra casa!

-¡Viva! ¿Y vamos a buscar a “pelusa”? preguntó Andrea.

-¡Claro que sí, es lo primero que haremos! Dijo Camilo.

-¿Y por qué estás tan seguro de que vamos a regresar? Preguntó Miriam.

Camilo palideció. Inclinó la cabeza y dijo:

-¡Yo creo eso!

-¡Quiero la verdad! Dijo Miriam.

-Mamá, te digo la verdad ¿y no le dices a mi papá?

-¡Yo no puedo garantizarte eso! ¿Qué hiciste?

-Es que cuando mi papá dijo que teníamos que dejar a la “pelusa” porque no la podía llevar con nosotros, yo me subí al techo y moví las tejas para que no nos pudiéramos venir para esta casa y quedarnos con la perrita…

-¿Hiciste qué? Preguntó Nicolás que había escuchado todo.

-Papá…

-Camilo ¿te das cuenta en el problema que me metiste? Esas personas que compraron la casa, son comisionistas y ya mi buena fama, se irá al piso por tu culpa…

-¡Lo siento!

-¡Vamos a ir los dos este fin de semana y vas a decirles la verdad!

-¡Me da pena!

-¿Cómo no te dio cuando hiciste eso? Pregunta Nicolás.

-Papá…

-Si eres un hombrecito para hacer esas cosas y pensar de esa forma, también lo serás para afrontar tu comportamiento…

“Cariñosa” se había acoplado a sus nuevos dueños. Los ancianos la querían y jugaban con ella.

-Cariñosa ¿dónde te metiste?

La perra no respondía.

-Sinforiano ¿no has visto a “cariñosa”?

-Ayer también se perdió un buen rato, eso es que está en calor y buscando su pareja…

-¡Deja de decir bobadas,  todavía está muy niña!

Los ancianos caminaron varias cuadras buscando a “cariñosa” pero no la encontraron.

-Sinforiano “cariñosa” se perdió…

-Si no vuelve quiere decir dos cosas: que se murió o que se la llevó cualquier persona que pasa por aquí, se ve que es de raza fina…

-Pues ojalá dé con un buen hogar…

Miriam no podía contener la risa por lo que hizo su hijo.

-¡Nicolás, realmente los niños estaban bien encariñados con el animal!

-Pero ellos deben de acatar órdenes y tú también debes de colaborarme en eso…te imaginas yo dando una orden y tú tampoco la respetas ¿qué educación le vamos a dar a los hijos?

-Tienes razón…pero dejemos este asunto ya muerto…mientras menos hablemos de la perrita, ellos irán olvidando poco a poco…

-¡Eso espero, eso espero!

“Cariñosa” apareció dos días después con su compañero. Sinforiano, alegre llamaba a Matilde:

-Mujer, ven ¡te lo dije! “cariñosa” estaba buscando marido…

Matilde salió y dijo:

-¡Pero qué perro tan bonito! ¡Parece de la misma raza!

-Ahora nos va a tocar darle abrigo también al marido…

-De pronto es bravo y nos ataca…

-¿Qué hacemos?

-“Cariñosa” duerme en la sala, cuando ella entre, si el perro no entra, cerramos la puerta y si entra…pues de pronto será bien necio y nos daña lo poco que tenemos…

“Cariñosa” entró a su refugio. Su compañero aún quedó en la entrada. De pronto, una camioneta pasaba por el lugar. El perro se lanzó ladrando y fue atropellada. Sinforiano vio eso y dijo:

-“Cariñosa se quedó viuda”…

Los días fueron pasando. Nicolás y su familia, regresaban a su antigua casa. Al pasar por la casa de la anciana, vieron un letrero donde se informaba la muerte de Matilde. Miriam le dijo a Nicolás:

-¡Frena el auto, yo creo que conozco a la señora de esta casa!

Nicolás frenó y Miriam se bajó mirando bien el letrero. Camilo también lo hizo, pero su alegría se confundió con la preocupación de Miriam. Vio a la “pelusa” y gritó:

-¡Muchachos, aquí está “pelusa”!

Los niños se bajaron y la reconocieron. El animal también los reconoció. De la tristeza que tenía por la muerte de su dueña, pasó a la alegría de reconocer a sus amigos. Ladraba, brincaba, movía la cola. Nicolás viendo esto, sintió la misma alegría de sus hijos pero nada argumentó. Miriam se subió de nuevo al carro dando orden a sus hijos para que hicieran lo mismo. Los chicos obedecieron y el carro arrancó. Vieron como el animal los seguía. Estaban felices. Cuando llegaron a la casa, Camilo se bajó de primero y dijo muy bajo: -“Pelusa” te voy a esconder para que mi papá no se enoje, pero tienes que portarte bien…”. Cogió al animal entre sus brazos y le dijo:

-¡Estás muy gorda, pareces embarazada!

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4 respuestas a Contigo siempre estará mi sangre (Amparo Montoya)

  1. amaiapdm dijo:

    Muchas gracias por escribir, Amparo, me ha gustado tu relato. Un saludo. Amaya

  2. Ángela dijo:

    Leído. Gracias por compartir.

  3. Nazareth Montero dijo:

    Nada más sincero que el cariño que nos brinda un animal. Saludos!

  4. Nelaache dijo:

    El amor de un perro es de lo más sincero que puede existir. Me ha gustado tu relato. Saludos y que tengas suerte!!

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